El rebranding que comenzó hace unos meses como una tímida ‘articulación’ de sus tobillos, evolucionó de un primer paso -en tenis- a un salto atrevido y contundente hacia un rebranding de verdad de la icónica muñeca Barbie y con ella, de la promesa de valor de esta marca.
Cuando escribí con elogios acerca del rebranding de Barbie hace unos meses, ya suponía que se trataba de una forma de tantear el terreno y evaluar cómo reaccionarían los consumidores, los analistas, los padres, los stakeholders y el mercado en general, a un cambio profundo en la marca, renovador de su esencia. La nueva Barbie -o más bien las nuevas Barbies, todo un abanico de posibilidades- demuestran que estaba en lo cierto.
Ahora, además de tobillos anatómicamente correctos que pueden llevar tenis, tacones, botas, o no llevar nada e ir descalza, Barbie se presenta a las niñas de hoy (y las niñas interiores de los adultos) renovada, moderna, con un sinfín de caras, cuerpos, altas, bajitas, con curvitas, morenas, rubias, rizadas, lisas, y todo tipo de posibilidades que les permitirá a esas niñas identificarse con modelos más individuales y acordes a lo que hace vibrar a cada una y lograr una conexión más profunda con ellas.
https://www.youtube.com/watch?v=l57m2xBUwDY
Las razones por las que este rebranding es de aplaudir ya las expresé en el artículo anterior, así que sólo aprovecho para repetir lo valiente y destacable que es que una marca sea capaz de mirarse hacia adentro, de tocar sus fibras internas y transformar su esencia para llevar a sus clientes y las personas con las que se relaciona una promesa de valor renovada, acorde con nuestros tiempos, con nuestras aspiraciones y necesidades, incluso si esto la lleva a remoldear su propio ícono más poderoso.
En lo personal, es un rebranding que me toca también, como niña y mujer. Porque da un paso en una dirección positiva para ayudar a las niñas de hoy y mujeres de mañana a ser fuertes, independientes, a soñar y a encontrarse a sí mismas. Una muñeca real, para niñas y mujeres reales.