Últimamente me ha estado sucediendo algo que me tiene desencantada con las redes sociales y con nuestros ultra modernos medios de comunicación, sin los cuales cada vez nos es más difícil vivir, y me tiene pensando ‘pensamientos’ un tanto apocalípticos o alarmantes del tipo “hasta dónde hemos llegado” y “dónde iremos a parar”…
Tanta hiperconectividad, instantaneidad y virtualidad han empezado a molestarme. En los últimos días he tenido varias discusiones con familiares y amigos por culpa de Whatsapp. Tratar, con muchas fuerzas, de dejar quieto el smartphone -o incluso cometer la locura de apagarlo o dejarlo en casa para desconectar- se ha convertido en motivo de discusiones, reclamos y hasta sentimientos heridos.
Familia, Amigo, Compañero… De verdad lamento mucho no haber contestado tu mensaje. Piensa que tal vez es posible que no lo haya visto, o no era el momento, o no te podía o no quería contestar. Tal vez estaba ocupada / estaba durmiendo al otro lado del charco (diferencia horaria…) / o simplemente no estaba pegada a mi celular y estaba tratando de interactuar con personas alrededor mío, respetando y apreciando ese momento que estábamos compartiendo / o viendo la tele, una sola pantalla a la vez. Me gusta desconectar un poco. No creo que sea un crimen.
Admito y celebro que es una herramienta que nos permite a todos estar en contacto fácilmente, desde cualquier lugar y en cualquier momento. Nos facilita la vida. y nos permite acercarnos, romper distancias, compartir. Para mí que vivo lejos esto no tiene precio. He ahí la paradoja.
Realmente la culpa no es de Whatsapp, ni de Facebook, ni de Twitter, ni de Skype o Hangouts. La culpa es de nosotros, que nos acomodamos y empezamos a creer que por enviar ‘al espacio’ un mensaje ya nos estamos comunicando con las personas. Whatsapp no es más que una herramienta. Y como tal, depende del uso que le demos. Por sí sola, no puede reemplazar nuestra comunicación. Whatsapp no genera conversaciones. Somos nosotros los que las hacemos.
Creo que hemos llegado a un punto extremo en el que nuestra comunicación humana, nuestras interacciones, nuestro ‘ser social’ por naturaleza se están desnaturalizando y se están quedando perdidas en el espacio ‘virtual’.
En el ámbito personal, he visto comentarios de amigos que se quejan de que ya no tienen conversaciones profundas con sus amigos, de esas en las que ambas personas se escuchan, compaginan, comparten, ríen y lloran juntos. Cada vez se limitan más al ‘like’ o al ‘share’, o un comentario en tu actualización de estado. Yo noto con cierta tristeza y preocupación, que cada vez es más dificil pasar tiempo de verdad con las personas. Siéntate en un restaurante, un bar o una playa, y verás que al menos 3 o 4 de cada 10 personas están pegadas a su celular. ¿con quién están hablando, si no es con la persona que tienen a su lado? ¿así se puede conversar con alguien, con la atención dividida entre el mundo real y las diferentes pantallas que tenemos en nuestros bolsillo?
Seguro ya los habrán visto, pero quiero aprovechar la reflexión para compartirles videos como estos, que resumen lo que les estoy diciendo
Lo mismo pasa en el trabajo, y mucho! Particularmente, yo soy de la generación del e-mail. Pretendo resolverlo todo y hacerlo todo por e-mail, digital, escrito. ¿Llamar por teléfono? ¿Ir a ver a ese cliente / proveedor para resolver algo? Pero poco a poco, a fuerza de experiencias he ido aprendiendo que cogiendo el teléfono o reuniéndote con esa persona, a veces se logra mucho más y más rápido que esperando a que respondan un mensaje, que tal vez ni siquiera han visto porque se filtró al spam. La conversación y la interacción son vitales para que nuestros proyectos salgan adelante y seamos más productivos, en especial cuando trabajamos en equipo. A ustedes no les ha pasado?
Finalmente, creo que las empresas sufren este mal también. Animadas a comunicarse con sus clientes y con sus demás stakeholders, a ir allí donde ellos están, muchas se han lanzado de cabeza al mundo digital, sumándose a la tendencia o la nueva era de las ‘comunicaciones 2.0’ (3.0 ? 4.0? en cuál vamos?) abiertas a participar en “esto de las conversaciones” . Algunas lo han hecho muy bien, por ejemplo utilizando las redes sociales para ofrecer un servicio al cliente cercano y en tiempo real, y esto hay que celebrarlo. Pero todavía hoy, tras una década de 2.0, muchas empresas siguen sin establecer un diálogo real con las personas. Tener un perfil en cada una de las redes sociales que están de moda y un becario/community manager para gestionarlas y asegurarse de que no digan cosas negativas sobre la Marca, NO es conversar. Pedirme que te ‘siga’, o que te de ‘like’ en las fotos de tus productos o que comparta tus videos o tus anuncios no es conversar conmigo.
Esto de las conversaciones es cosa de dos (o de tres o cuatro o más). No es un monólogo. Y las maravillosas herramientas que tenemos a nuestro alcance hoy, no pueden hacer el trabajo por nosotros, por más digitales y ultramodernas que sean. A nuestras interacciones humanas nada las puede reemplazar. Whatsapp -o cualquiera de ellas- es solo una herramienta que nos sirve para unas determinadas funciones, en función del uso que nosotros le demos.
No creas que por mandar un whatsapp, soltarlo en el espacio, ya te estás comunicando o estás conversando con la otra persona. Lo mismo aplica para las marcas. Si quieres tener una conversación, debes conversar.