Hace un año publiqué en este Magazine una nota sobre el ‘Internet of Things‘, motivada por los turistas ‘digitales’ que intentaban interactuar con las pantallas estáticas del Metro -sin conseguir respuesta alguna- y por la evidente y creciente tendencia a la conectividad de las cosas, de nuestros hogares e instrumentos de domótica, nuestros carros, nuestros relojes y hasta nuestra ropa, pasando por los smartphones sin los que salir a la calle es hoy una hazaña digna de un capítulo de supervivencia de Bear Grillis.
Queramos o no, todo está conectado: a la nube, a la red, a internet, y obviamente a nuestros cargadores, a los que cada vez les demandamos más. Y todo lo que nos rodea, se conectará más profundamente, tocando nuestras propias mentes y neuronas -o al menos sintetizando nuestros propios procesos cognitivos- hasta el punto que esa misma red se convierta en una especie de inteligencia supra-humana -más que ‘artificial’. No lo digo yo, y tampoco es para asustarlos. Es una tendencia que como muchas en tecnología e informática, llegan para quedarse y transformar nuestras vidas de maneras que no alcanzamos siquiera a imaginar.
La evolución de proyectos de alta tecnología que llevan años gestándose, combinando avances tecnológicos con big data y potentes algoritmos, nos trae hoy ejemplos como Viv, la sucesora de Siri, y Google DeepMind.
Viv es la sucesora de Siri. Un paso más hacia la creación de «un cerebro gigante en el cielo» -en palabras de su creador, Dag Kittlaus, quien creó Siri y lo vendió a Apple en 2010.
Se trata de una plataforma open source en la nube, una especie de asistente personal que nos permitirá hacerle preguntas a internet, y obtener respuestas, y que aprenderá de nosotros a medida que le preguntemos cosas. Mientras más le preguntemos, más aprenderá e inteligente será Viv.
Esta plataforma «simplifica el mundo radicalmente proporcionando una interfaz inteligente a todas las cosas» dándole a los desarrolladores las herramientas necesarias para que se conecten y creen interfaces inteligentes y conversacionales para cualquier cosa, simplificando así la forma como interactuamos con servicios y aparatos en cualquier lugar. A diferencia de Siri, Viv no estará ‘encerrada’ en un smartphone, sino que cobrará vida a nuestro alrededor, en todo tipo de aparatos como neveras, carros, etc.
‘Viv‘ es la raiz latina para ‘vida‘. Una marca con una esencia y posicionamiento ambicioso de omnipresencia y omnipotencia, que quiere convertirse en «el cerebro global». A pesar de ser creada por los mismos desarrolladores de Siri (hoy propiedad exclusiva de Apple), Viv tiene un gran potencial de diferenciarse y superarla, si mantiene su promesa de ser una plataforma abierta, lo cual le permitirá crecer exponencialmente su ecosistema de servicios, aparatos e interconexiones y distorsionar las dinámicas de mercados como el de publicidad en motores de búsqueda.
Aún no se conoce la fecha de lanzamiento de Viv, pero se sabe que llegará pronto a nuestras manos. Si es un éxito, florecerán oportunidades para todo tipo de startups y proyectos de inteligencia artificial, IoT, servicios y demás, y seguro que a sus fundadores no les faltarán propuestas interesantes por parte de grandes jugadores como Google (que hoy tiene a «Google Now»), Facebook (que hoy tiene a «M») y Apple (que tiene a «Siri»), o en todo caso, la competencia será feroz.
Más información>> VIV, the global brain.
En la misma senda de la inteligencia artificial, Google DeepMind (anteriormente Deepmind Technologies) busca ‘resolver la inteligencia’ para usarla para hacer del mundo un mejor lugar.
Esta empresa adquirida por Google en 2014 se dedica a desarrollar algoritmos complejos que generan autoaprendizaje. es decir, que son capaces de enseñarse a sí mismos y aprender a partir de experiencias o de series de datos, y que se pueden aplicar a contextos generales, no específicos.
DeepMind se enfoca en el ‘cómo’ del asunto, más que en desarrollar una aplicación específica. Buscan destilar la inteligencia, sus procesos cognitivos y neuronales, y traducirla en algoritmos que pueden llegar a tener muchas aplicaciones y transformar la forma como nos relacionamos con las tecnologías inteligentes.
Aunque aún no tiene grandes aplicaciones prácticas, sus hallazgos y desarrollos podrán tener un gran impacto en toda la industria tecnológica y en nuestras vidas. Con el algoritmo AlphaGo, de momento, lograron que una máquina aprendiera a jugar y ganara a los mejores del mundo en «Go» el complejo juego milenario, que se caracteriza por tener más posibilidades que el ajedrez. La diferencia con otros sistemas de AI (inteligencia artificial)? AlphaGo, como los algoritmos que desarrolla DeepMind, no se ha programado específicamente para jugar Go; ha jugado para aprender a jugarlo, y ha aprendido a ganar, demostrando que además de tener inteligencia, tiene creatividad e intuición, y esto, pensábamos que era algo que las máquinas nunca alcanzarían y que sería dominio exclusivo de los humanos.
Sus creadores creen que podrán alcanzar una inteligencia al nivel humano en una máquina. Un objetivo ciertamente ambicioso. Por esto, como marca y macro-proyecto, DeepMind encuentra un lugar perfecto de encaje dentro de la sombrilla de Alphabet, junto a tantos otros proyectos de gran alcance que impactarán y -ojalá- mejorarán nuestras vidas.
Más información >> Google DeepMind.
Viv y DeepMind son sólo dos ejemplos de este ecosistema inteligente que se está gestando hace unos años. Seguro que con cada avance, proliferarán los proyectos, las marcas y las startups que querrán innovar y entrar a competir en ese mercado y que tendrán que aprender a convivir e interconectarse. No sabemos hasta dónde llegarán estas tecnologías, pero lo que si sabemos es que veremos nacer nuevos paradigmas de apertura, colaboración y redes ecosistémicas inteligentes.
Está claro que si antes hablábamos de que el IoT presenta oportunidades pero también un sinfin de retos para marcas, esta Inteligencia de las cosas eleva la barra mucho más. Las tecnologías tendrán que ser convergentes, los servicios tendrán que adaptarse, las infraestructuras deberán acomodarse a los flujos crecientes y cambiantes, nuestras ciudades necesitarán ‘smart grids’ funcionales, la conectividad deberá ser un derecho garantizado… Y finalmente, todo esto deberá conducir a que sean más humanas. Porque para qué crear tantas herramientas potentes, si no es para otra razón que mejorar nuestras vidas y nuestro mundo?